A mucha gente le suele preocupar la posible convivencia entre perros y niños. Estas dudas son naturales ya que, sin querer igualarlos en este aspecto, ni los niños ni los perros son iguales que las personas adultas. Hay que tratar de enseñarles a tratar al prójimo de una manera adecuada y cada uno en su papel.
Es cierto que hay un miedo en parte de la población acerca de determinadas razas de perros por algún caso aislado y desgraciado que a nadie gusta y que, por supuesto, hay que considerar deshonrosas excepciones. Pero estos casos no se han de tomar como norma ni, por supuesto, como excusa para evitar que un niño se críe con un perro y que disfrute de su compañía durante los primeros años de su vida.
En la convivencia entre perros y niños, no vamos a decir que haya una raza de perros que sea mala para los críos porque, al fin y al cabo, todo depende de cada perro en concreto y, sobre todo, de la educación que se le haya dado. Dicho esto, también es de justicia apuntar que hay razas de perros más apropiadas para los niños, ya que son más cariñosos, juguetones o protectores.
Sin ánimo de ser exhaustivos, podemos alabar el carácter de los galgos o de los San Bernardo, muy pacientes y tranquilos en general, sobre todo en casa, o el carácter protector de los buldog o de los bóxer. Mucha gente también recomienda como excelentes compañeros para los niños a los labradores retriever y a los golden retriever, debido a su carácter cariñoso y gran inteligencia. Incluso los pitbull, cuya fama se asocia a perros más agresivos y de pelea, son perros que se comportan de manera excelente en familia y son muy juguetones y protectores con los más pequeños.
Los niños y los perros no suelen llegar a la vez a un hogar. A veces, un perro es el que se incorpora a una familia que ya tiene niños y, en otras ocasiones, una pareja con mascotas trae al mundo a un nueva personita. Ambos escenarios suponen la llegada de un nuevo miembro al núcleo familiar, aunque realmente hay que abordarlos de manera un poco distinta.
Cuando ya hay niños y se decide traer un perro a casa, hay que explicar bien a los pequeños la manera en la que hay que tratar a los perros, con sumo respeto y cuidado, sin permitir que les hagan trastadas ni les maltraten, ya que no son un juguete, sino que sean cariñosos y sepan comportarse de manera adecuada. Hay que supervisar mucho cuál es su actitud cuando está con el perro, para evitar que haya problemas y que ni el perro se incomode, ni el niño se asuste y le coja miedo al can. Y, en general, todos los miembros de la familia han de tratar que el perro se sienta cómodo, sin agobiarle ni estresarle durante los primeros días, pero tampoco dejándole solo, porque tiene que acostumbrarse a la presencia de personas a su lado.
En cambio, si es el niño el que llega a casa después del perro, la cosa cambia. Seguramente, el perro ya se dé cuenta del futuro pequeño al ver a la madre embarazada. Este cambio en un miembro de la familia seguro que le despierta curiosidad y, si se perciben grandes alteraciones en su actitud y comportamiento, lo recomendable es hablar con el veterinario o con un adiestrador que sepa enfocar el problema de la manera más correcta. Cuando el bebé llegue a casa, seguramente el perro también perciba que una parte de la atención que antes se le prestaba ya no se le da. Por esto, es recomendable hacer una adaptación gradual, para que el cambio de estatus en el hogar no suponga un shock para él y no lo pase mal con la llegada del crío.
Después de estos apuntes, seguro que te darás cuenta de que la convivencia entre perros y niños no tiene por qué ser complicada. Al contrario, los niños que se crían con perros alrededor suelen desarrollar determinadas aptitudes y actitudes muy positivas que luego aplicarán cuando sean mayores, sobre todo en el trato hacia otros animales y también hacia las personas de su entorno. Y, en cuanto a los perros, tampoco te preocupes; ¡les encantan los niños!